Resulta inadmisible que una minoría de facinerosos pretenda imponerle su agenda con la complicidad de la Corte, para no elegir Fiscal General y salvaguardar la corrupción
En su cuenta de la red social X, el profesor de Ciencia Política de la Universidad del Rosario, Mauricio Jaramillo, quien utiliza el nombre de usuario @Mauricio181212, publicó un artículo que alerta sobre el grave problema constitucional, jurídico y legal que podría sobrevenir en Colombia, de persistir esta crítica situación.
Dice el académico en su artículo:
“No he defendido al gobierno, ni a la figura de Petro, sino la institucionalidad y en particular el mandato de las urnas en 2022 pero que un sector considerable del establecimiento colombiano aún no reconoce y pretende interrumpir.
…A raíz de un trino del actual mandatario pidiendo la movilización popular para defender el orden constitucional, habida cuenta de una “ruptura institucional” no son pocas las voces que hablan de exageración, sobre reacción e incitación a la violencia y que de tajo descartan tal fractura institucional. Petro hizo la convocatoria respondiendo a mensajes y acciones y entre ellos a una cuenta engañosa -no parodia- que apoya a Francisco Barbosa.
Detrás de esa cuenta no hay humor, como suele haber en los perfiles que hacen sátira como sucede con “Gusfajo Prendo” un perfil en el que es evidente la dedicación al humor. En cambio, la cuenta de respaldo a Barbosa invita al engaño, es seguida por políticos y medios y envía mensajes que en nada tienen que ver con el humor político, sino que tienen un contenido en perfecta alineación con los intereses de una Fiscalía secuestrada por los sectores más reaccionarios y acusada de graves delitos.
Dicen políticos de la derecha y del centro que la tal ruptura no existe, y que todo es parte de la paranoia de Petro. Extraño que desconozcan la historia del exterminio de la Unión Patriótica, la persecución sindical o la intimidación a la prensa en épocas no lejanas. En 2018 el hoy presidente fue víctima de un atentado en Cúcuta y en 2022 canceló un desplazamiento a la zona cafetera por un plan de la Banda la Cordillera para atentar contra su vida. No se trata de defender al gobierno actual, sino de denunciar que varios sectores se niegan a aceptar un gobierno de izquierdas, como ocurre como una parte de la prensa y de la política.
El 4 de febrero de 2023 en un evento político documentado por Noticias UNO, María Fernanda Cabal reconoció que no estaban en disposición de permitir que Petro gobernara cuatro años. Miguel Polo Polo no pierde ocasión para rechazarlo como autoridad y jefe de Estado que encarna la unidad nacional. A Petro le piden que se comporte como cabeza de la institucionalidad, pero la pregunta es ¿acaso esta oposición reaccionaria le reconoce esa condición, cuando no lo baja de guerrillero, asesino, loco, drogadicto o terrorista, entre otros? Detrás de los calificativos hay apología al odio. No obstante, el silencio cómplice se impone.
Quienes apuntan a un delirio a la hora de hablar de ruptura y golpe blando, pasan por alto que nunca antes se había expuesto tanto el círculo íntimo de un presidente. No recuerdo el nombre de ninguno de los hijos de Iván Duque y ni de ninguna figura cercana a la izquierda capaz de justificar la agresión a un menor por el hecho de ser familia de un gobernante. El país ya conoce el nombre de una de las hijas de Petro a punta de la violencia verbal que padeció en el Estadio Metropolitano de Barranquilla o en un parque de diversiones de La Florida. Esto ha contado incluso con la legitimación de quien fuera ministro de justicia de Duque, Wilson Ruíz Orjuela.
…El día que ganó Petro Semana emitió una noticia falsa sobre el dólar en un panel que contaba con 4 expertos, ninguno de los cuales desmintió el hecho destinado a generar pánico. Recientemente el director de La FM, medio que dosifica las noticias para darle visibilidad a aquellas que afecten al progresismo, decía que había que dejar que Petro terminara el mandato, no porque así rece la Constitución, sino para comprobar su incapacidad. Es tal el odio que incluso se confiesa abiertamente que importa poco el Estado de derecho con tal de agredir.
Los señalamientos o sanciones a Álvaro Leyva, Daniel Rojas, Daniel Quintero, Wilson Arias o las críticas insólitas a las políticas del gobierno (como la supuesta legalización del narcotráfico) hablan de una Procuraduría y Fiscalía extralimitadas a más no poder. ¿Dónde estaban cuando se extraviaron los 70 mil millones para el internet de los más vulnerables, o se torturaba y asesinaba a jóvenes por protestar o cuando en pandemia la alta dirigencia encomendaba el país a la Virgen?
Una capacidad de control neutralizada entre 2018 y 2022, se ha desatado con el sólo propósito de hacer insostenible el primero gobierno progresista. En el colmo del cinismo Catherine Juvinao del centro afirmó en Noticias Caracol que “Uribe no peleaba con las Cortes” para recodar que la crisis actual es responsabilidad de Petro por su constante ánimo pendenciero. Ignora u omite le Representante que no solo hubo intimidaciones, persecución, interceptaciones ilegales a la Cortes Constitucional, sino una relección mediada por la corrupción. Obvio que no había necesidad de debate. Desolador que, en el afán de tumbar a Petro, reescriban la historia del uribismo para reivindicarlo.
El progresismo ha cometido el error de plantear las movilizaciones como una defensa de Petro, cuando en realidad deben ser en favor de la democracia, del Estado de derecho y la alternación prevista en nuestra Carta Magna. No se trata de quien sea hoy el presidente, sino de evitar una ruptura que no empezó esta semana con un trino de una cuenta engañosa, sino años atrás. En Colombia debe despejarse cualquier asomo de golpe blando, que significaría un punto de no retorno y la posibilidad de que cada cuatro años quienes pierdan en las urnas intenten revertir el resultado por mecanismos aparentemente legales pero que acaban el orden constitucional.
Urge que no solamente la izquierda defienda el mandato de Petro y advierta sobre la ruptura, sino que todos los sectores, incluida la derecha reivindiquen ese ideal. Como eso no ocurre a quienes defendemos la democracia y exigimos que se cumpla con la alternación, se nos suele rotular de “prepagos, vendidos o adoctrinadores”. Hace poco, un colega que escribe en este mismo portal me pedía que dejara de defender al gobierno porque estaba perdiendo mi prestigio académico.
Tantos señalamientos son el resultado de una tesis impuesta a las malas, pero que de tanto repetirse adquiere sentido: el que defienda el Estado de derecho o demande una confrontación argumentativa (no con noticias falsas o catastrofistas) sobre reformas es petrista, extraña ideología difícilmente rastreable pero que suele invocarse para desacreditar. No parece haber espacio para la razón, sin embargo, vale la pena insistir en la democracia.
(Tomado del perfil del profesor Mauricio Jaramillo en la red social X).
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