Cuando una turba de fanáticos bolsonaristas invadió el 8 de enero de este año la Plaza de los Tres Poderes en Brasilia, la idea de "golpe de Estado" fue alentada por el propio Luiz Inácio Lula da Silva, que había asumido el poder apenas ocho días antes. A muchos les sonó apresurado, incluso exagerado, pero con el correr de los meses se fueron acumulando revelaciones que apuntan a una conclusión evidente: hubo un plan para que las Fuerzas Armadas impidieron el acceso al poder del presidente votado en las elecciones de octubre.
"Se urdió un golpe para mantener a Jair Bolsonaro en el poder. El guion de la trama fue encontrado en el teléfono móvil del teniente coronel Mauro Cid", ex ayudante del presidente, ha revelado esta semana la revista Veja, que recapitula lo sucedido en esas extrañas semanas de diciembre de 2022 y enero de 2023.
"En diciembre del año pasado, nadie sabía a ciencia cierta lo que hacía el presidente Jair Bolsonaro, aislado en el Palacio de la Alvorada. Personas próximas a él decían que estaba deprimido e infeliz. Sólo había una explicación plausible para la victoria que se daba por descontada y no llegó: el fraude. Derrotado en las urnas, no concedió más entrevistas, desapareció de las redes sociales".
¿Qué tramaba Bolsonaro? Según Veja, un plan "para anular las elecciones, destituir a los ministros del Supremo Tribunal Federal (STF) que supuestamente habían interferido en el resultado y poner al país bajo intervención militar hasta que se celebraran nuevas elecciones".
Cid, que conoce buena parte de los secretos de Bolsonaro, está hoy en prisión por orden del juez Alexandre de Moraes, poderoso miembro del STF. El documento que se halló en el celular del militar se titula "Fuerzas Armadas como poder moderador", algo que entronca perfectamente con lo que en esas semanas cantaban miles de brasileños ante decenas de cuarteles militares en todo el país: "¡Fuerzas Armadas, salven la Nación!"
Lula, la máxima figura de la izquierda brasileña, ganó a fines de octubre por una estrechisima diferencia de 50,9 a 49,1 por ciento las elecciones, impidiendo así la reelección de Bolsonaro, exponente de la derecha dura en la primera economía de América Latina.
Bolsonaro había alentado durante meses la idea de que el sistema de voto electrónico permitía el fraude, tema por el que es investigado judicialmente. Una vez que se concretó la ajustada victoria de Lula, el presidente enmudeció y nunca admitió la derrota. Estados Unidos y las principales potencias mundiales y países vecinos se apresuraron a reconocer la victoria de Lula para frenar cualquier intento de Bolsonaro de desconocer el resultado. Pasados algunos días, Bolsonaro delegó en uno de sus máximos consejeros las reuniones para el traspaso del poder.
"Según el guión esbozado en el documento, Bolsonaro remitiría un informe de supuestas ilegalidades identificadas en las elecciones al alto mando de las Fuerzas Armadas. Ellas designarían entonces un presidente interino, que tendría el poder de suspender decisiones consideradas inconstitucionales y remover preventivamente a los ministros del STF y del TSE (Tribunal Superior Electoral)", detalló Folha de Sao Paulo.
"También correspondería a ese mandatario interino investigar la conducta de los magistrados del Supremo y fijar una fecha para la realización de nuevas elecciones, que serían conducidas por magistrados suplentes del TSE", añadió el periódico, que preguntó a la defensa de Cid por el tema. ¿La respuesta? "Por respeto al Tribunal Supremo, todas las manifestaciones defensivas se harán sólo en el expediente del caso".
Las revelaciones en torno a Cid no son el único indicio de las ensoñaciones golpistas en el gobierno de Bolsonaro. En enero, la Policía Federal encontró en el domicilio de Anderson Torres, ex ministro de Justicia de Bolsonaro, un proyecto de decreto para establecer un "Estado de defensa" que daba amplias atribuciones al Poder Ejecutivo para controlar el proceso electoral y reducir al mínimo el rol del TSE.
Torres era el ministro de Seguridad del Estado de Brasilia cuando el 8 de enero se produjo la invasión a la Plaza de los Tres Poderes, de cuya seguridad era responsable directo. Fue destituido, primero, y detenido, luego, al regresar de Orlando, la ciudad elegida por Bolsonaro para un autoexilio de meses que inició dos días antes del día en que debía entregar el poder a Lula.
Fuente: EL MUNDO (ESPAÑA)
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