Escribe: ZAHUR KLEMATH ZAPATA*
Con extrema preocupación estamos observando los colombianos en el transcurso de estos últimos años el aumento considerable de un fenómeno social que se ha venido presentando en el país, especialmente en la frontera con Venezuela y que tiene que ver con la cantidad de niños que son utilizados por mujeres para pedir limosna en las calles del país.
Según los últimos informes esta problemática se ha venido presentando especialmente en ciudades como Bucaramanga y Cúcuta donde se han detectado diversas organizaciones al margen de la ley reclutando mujeres de origen venezolano para que trabajen durante extensas jornadas usando niños que no son suyos para cargarlos entre sus brazos y pedir limosna.
El hecho de ver a una mujer con uno, dos y hasta tres niños desamparados es una situación conmovedora que propicia que muchos ciudadanos se conmuevan ante esta escena y opten por darle dinero a esta joven sin saber que los casi $300.000 que se alcanzan a recoger estas mujeres van a parar a los bolsillos de estos criminales que les pagan unos $30.000 a las mujeres por el trabajo y la misma cantidad de dinero a los verdaderos padres de los niños.
Lo más triste de este asunto es que algunas entidades como por ejemplo la Defensoría del Pueblo y algunos medios de comunicación han reportado en los últimos meses maltratos psicológicos a lo que son sometidos estos menores de edad ya que a muchos de ellos se la pasan el día entero soportando altas o bajas temperaturas y lo peor de todo no son ni siquiera alimentados.
Además, otras denuncias indican que muchos menores de edad, incluso bebés recién nacidos son dopados con alucinógenos como bazuco para evitar que lloren mientras son cargados por las mujeres para ejercer la mendicidad causando lástima de los peatones.
Este fenómeno social se está extendiendo a todos los rincones de Colombia y el llamado que hacemos desde El Imparcial es para que las autoridades competentes estén más alerta y se incrementen con más constancia y severidad los controles en las calles, realizando redadas para exigirle a estas mujeres el nombre de los menores y su respectiva identificación con fin de detectar si son o no las verdaderas madres.
Ahora bien, el llamado también para el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF para que adelanten acciones mucho más concretas para castigar con severidad a estos indolentes padres de familia que tienen la osadía de alquilar a sus propios hijos para estos fines tan reprochables.
También esta alerta va dirigida a la ciudadanía en general para que no caigan en la trampa, no den limosna y no sigan patrocinando estas bandas criminales y mucho menos cuando desconfían de aquellas mujeres que tienen un color de piel y rasgos totalmente diferentes a los del bebé, siendo esta, una importante señal para desconfiar.
En estos casos la mejor forma de actuar es poner la denuncia, buscar un policía cercano para que solicite a la mujer la identificación de su “supuesto bebé” y emprender los procedimientos judiciales pertinentes.
Entre todos los colombianos en conjunto con las autoridades debemos detener esta barbarie que está ocurriendo en el país y en contra de nuestros niños.
La desintegración de estas bandas criminales debe ser toda una prioridad para el Gobierno Nacional y las autoridades competentes y es por esta razón que se requiere de manera urgente un trabajo mancomunado con las autoridades venezolanas porque se ha detectado que en la mayoría de veces los extranjeros son los que más están cometiendo este delito en Colombia.
*SEO del Diario EL IMPARCIAL. Poeta y filósofoestadounidense de origen colombiano.
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