Escribe: CARLOS ALBERTO RICCHETTI*
Una miopía política inconcebible parece haberse adueñado de la izquierda. Al parecer, no les alcanza con el enorme descrédito de un gobierno uribista haciendo aguas, la articulación de las fuerzas policiales o del ejército con las empresas, torturando y asesinándole militantes ni tampoco el eventual robo en la Registraduría durante las próximas elecciones presidenciales.
Algunos podrían opinar que, si pretendiera abstenerse de alcanzar el poder por primera vez en Colombia, la jugada no les saldría tan bien. ¿“Mamertos” cómo despectivamente los llaman los reaccionarios de derecha? ¿Carentes de visión? En ciertos casos quizás, pero no en todos.
Si algo le vendría como anillo al dedo a la estructura semi feudal del país en muchos sentidos, es el subdesarrollo de la clase dirigente del cual desde luego no escapa tampoco la izquierda. El resto es el divisionismo explícito, alevoso; la suma de egos, la crítica aislada, reiterativa, hacia los gobernantes que no están a la altura de las circunstancias, porque es más fácil la retórica de la marginalidad, el aislamiento, la aparente intransigente ideológica para disimular un poco no estar a la medida.
Para muestra un botón. ¿Acaso quién apostaría que un arquitecto, profesor universitario de la inteligencia de Jorge Enrique Robledo, sólo actúa por su “particular visión de cuanto para él debería ser la izquierda”? ¿Es la concepción “maoísta”, tendencia del movimiento MOIR al cual lidera, aquello apartándolo del apoyo a Gustavo Petro, a la unidad de la izquierda en un frente común para destrozar el modelo neoliberal agotado? ¿Sería la devoción a Mao, al socialismo chino, la razón de acercarse a personajes como Juan Fernando Cristo, los hermanos Galán, Claudia López o a personajes polémicos como Sergio Fajardo, primo de la esposa del mismísimo Álvaro Uribe Vélez y Alejandro Gaviría, antiguo ministro del ex presidente, también cuestionado por crímenes de lesa humanidad?
Darse cuenta del “juego” ni siquiera es cuestión de principios, sino de ser imbécil, hacerse o acabar de sabotear a propósito un proceso político determinado.
Idas y venidas
Ahora, como si todo este panorama desalentador fuera poco, sumado a la centenaria farsa democrática donde las leyes son al servicio de una minoría, llenándose la boca con el “populismo” para seguir viviendo a expensas del Estado, aparecen los mamelucos del “purismo”. De seguro entre ellos hay políticos, militantes de base honestos, a pesar de estar más desubicados que ceniceros de moto.
Al margen de otras barrabasadas, se le “paran de manos” a Gustavo Petro por incluir a Luis Pérez en el Pacto Histórico, cuando se necesita sumar colectividades a fin de asegurar el triunfo, quitándole votos a la maquinaria del régimen; evitar se unan, restarles, dividirles los candidatos en dos bandos –continuistas y transformadores- incorporándolos a un gigantesco movimiento variopinto al cual, por su composición, resulte imposible robarle las elecciones como ocurrió en 1970 y según muchos, pudo haber sucedido en 2018.
Partidos como el Nuevo Liberalismo, ciertos segmentos de la Alianza Verde, entre otros, llegan exactamente con idénticas intenciones, pero desde el mal llamado centro que en realidad es la derecha, junto a la extrema derecha gobernante: Obrar de cartabón y “manotazo de ahogado” de un sistema político – socio económico inviable al que tanto el 13 de marzo como 29 de mayo, días de los comicios legislativos y presidenciales, respectivamente, por el bien del país toca arrancarlos de cuajo de la vida institucional colombiana.
En política no es suficiente indicar hacia donde se desea ir. No alcanzan las ideologías, las demostraciones de las mismas, los emblemas, la arrogancia, la ambición, los caprichos, ni hacerles el favor a los amigos de lo ajeno por cuya falta absoluta de ética e inoperancia, mantiene empeñado el futuro. Son necesarios los hechos contundentes permitiendo iniciar el camino a la transformación nacional de manera pacífica, en libertad y orden, sin violencia o atropello alguno, pero impartiendo la justicia, la equidad, comenzando con la recuperación de la paz que los negocios de los hampones le robaron a la ciudadanía.
Sin embargo, la única calle de mano única para lograrlo, es abandonando las actitudes ambiguas, diferenciando a quienes vienen a sumar, multiplicar, de los mandaderos de los encargados de seguir fomentando el desempleo, la crisis económica, la ruina del sistema de salud, la pauperización de la educación y todo cuanto sirva para mantener una sociedad empobrecida, dependiente, fácilmente manipulable, para continuar viviendo a sus expensas.
*Periodista, escritor, poeta y cantautor. Director general de Diario EL POLITICÓN DE RISARALDA y de su suplemento, ARCÓN CULTURAL. Integrante de ¡UYAYAY! COLECTIVO POÉTICO, así como del CÍRCULO DE POETAS IGNOTOS.
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