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Exitosa presentación de la obra “Entre Nos”, dirigida por Alonso Marulanda


En homenaje a la mujer, el viernes 13 de marzo del corriente tuvo lugar la actuación del grupo de teatro "Blanco y Negro", el cual decidió festejar sus primeros veinte años de vida sobre las tablas.


El marco elegido para la oportunidad, fue el Centro Cultural Lucy Tejada del municipio de Pereira.

La puesta en escena elegida fue la obra "Entre nos", del argentino Santiago Serrano, interpretada por Magnolia Alvarán Martínez y Diosa Valdez, bajo la dirección teatral del genial actor, Alonso Marulanda Álvarez.


Lo rotundo del éxito de la presentación quedó en evidencia cuando se comprobó que sobre una capacidad de más de cuatrocientas butacas, se habían vendido 360 localidades, vislumbrándose en la práctica un lleno casi total de tener en cuenta el incipiente trabajo de promoción.

De lo que se percibe, pero casi nadie ve

Leonor (Magnolia Alvarán Martinez), es una mujer sencilla, de extracción popular, sin demasiada formación académica. Su humildad y muy buen corazón, sin embargo no puede disimular muchos de los prejuicios socioculturales de las personas del entorno donde se formó. Lo más parecido a una suerte de antítesis, es Laura (Diosa Valdez), perteneciente a un contexto distinguido o quizás, haber contado con la necesaria para filtrarse dentro de un contexto de difícil acceso, gracias a los favores de la educación superior, la perseverancia o el esfuerzo. La calidad interpretativa de dos actrices inconmensurables, permite generar en el espectador la ilusión de presenciar, al interior de cierto escenario indeterminado –valga la redundancia- la colisión de dos mundos pequeños, monumentales a la vez, opuestos, pero con similitudes que hacia el final de la obra, acaban por encarnar verdaderos alegatos de frustración, al punto de dejar a más de uno con la boca abierta.

La presunta ambivalencia -plaza mediante, con pasto autóctono sobre la tarima de imitación de cedro- queda evidenciada a través de los constantes embates bondadosos de una Leonor tan brutal, como desinteresada y extremadamente atenta, tratando de brindarse, de agradar a una Laura de carácter soberbio, aristocrático, excluyente, la cual no encuentra ya más formas para expresarle una mezcla de indiferente repudio con abominable desprecio.

Por momentos, Laura goza burlándose de las limitaciones de Leonor. La ridiculiza, al extremo de pretender demostrarle con exagerada grandilocuencia, una cuota de alcurnia o superioridad que además de ser inexistente desde el punto de vista personal, esta no es capaz de advertir. A lo sumo, el efecto causado es el inversamente proporcional, al pretender vanagloriarse de manera cobarde, de sentar diferencias tácitas con quien carece de las mismas armas para ponerle precisos límites. Nunca en toda la obra, Laura alcanzará un pico tan alto de despótica ruindad.

Leonor recién comienza a medio comprender el significado de las alocuciones de Laura, cuando por intermedio de la picardía, de los parámetros de malevolencia socialmente aceptados en el amplio abanico de los grados culturales, la conversación aborda el desempeño sexual de ambas mujeres. Es el momento en que tiene lugar el punto mayúsculo de comicidad, comedia dramática y donde el dúo Álvarez – Valdez da muestras de su proverbial capacidad para la comedia, cristalizando de manera rotunda la iconografía de dos naturalezas irreconciliables con la posibilidad de convivir, al igual que el placer y el dolor. Las enfrenta el origen, la extracción distinta; las recoge el epicentro compartido de las frustraciones: El sufrimiento, la utilización por parte del entorno, para desembocar sobre una encrucijada que las hace encontrarse, rumbo a un idéntico abismo de infelicidad que no suele reconocer ninguna clase de status.

Una de las muestras de lo expuesto, tiene lugar cuando Leonor hace gala del típico tradicionalismo costumbrista puritano, verticalista, de raigambre religioso –bien del interior colombiano- ante el desenfado de su contradictora, fingiendo una falsa realización y el mentiroso encuentro con la felicidad. En respuesta, Laura la degrada casi de inmediato, argumentando las ventajas de la conducta libertina a los ojos de espíritus conservadores o sin otra opción posible. La existencia de juegos eróticos hasta el momento desconocidos para Leonor, aunque la hace verse en principio como vaca –dadora de vida (el ternero), de alimento (leche) y de carne, en el sentido del sacrificio- primero la pone en guardia frente a lo “desvergonzado”, hasta estallar los demonios reales de su propia desesperación. El reconocimiento de las responsabilidades como oprobios; la carga de mantener hogar e hijos con derecho a pocos instantes de alegría –el casamiento, el dar a luz; etc.- contar con un esposo inepto a la hora de hacerla sentir siquiera como mujer durante los breves instantes del acto, la hacen romper a llorar.

Por supuesto, para que Laura se desnude es imprescindible el accionar primario, impulsivo, locuaz de Leonor. Desde la máscara de su vergüenza, diferente al estilo del de su compañera ocasional, se anima a “romper el hielo del protocolo”, las reglas “jerárquicas”. Deja entrever el sensible mundo interior que habita en todos los mortales, desde psicópatas a masoquistas, a partir de otorgarse la licencia para una profundización emocional poco proclive al ambiente de cualquier gerencia administrativa. Como Leonor encontró la tristeza al lado del marido, ella se la topó en sus múltiples parejas sin edad, quienes la utilizaron a gusto. Los hijos que tuvo Leonor, a destajo de su vida, Laura los trocó por la soledad de haber evitado la natalidad, en vías ascender, de presumir ser superior. En síntesis, la obra arriba al epílogo agotándose mediante la inercia misma de las formulaciones tragicómicas, tal como ocurre con la vida, de la cual “Entre nos” es un verdadero y crudo retrato.

El festival de experiencias sui generis culmina con la danza del binomio femenino, coyuntura aprovechada para presentar al director, Alonso Marulanda Álvarez. Los bendice el ritmo de la canción “La vida es un carnaval”, de la sempiterna cubana Celia Cruz. Los aplaude un público enfervorizado, testigo de las delicias de presenciar el poco frecuente y oneroso don de tres genuinos talentos de Colombia.

Notables tras bambalinas

“Una vez me metí a Internet y descubrí esta obra del argentino Santiago Serrano y le propuse a Alonso (Marulanda Álvarez) si la trabajábamos con Diosa. Él acepto”, explicó Magnolia Alvarán Martínez, quien encarna a la sencilla e ingenua “Leonor”.

Más adelante, la actriz, dueña de una experiencia de cuarenta años en cine, teatro, de los cuales dieciséis y once puestas en escena fueron “de la mano” de Marulanda, formuló las razones que la acercaron a la interpretación de la obra. “Me pareció que en ese encuentro de mujeres, el autor quería expresar sus formas de vida a través de lo ironía y del humor. Son dos formas completamente opuestas. La de Leonor, como ama da casa, entregada a su familia y Laura, una ejecutiva, brillante, muy acartonada. Entonces se produce un resultado muy interesante”. En cambio, Diosa Valdez se mutó en la piel de “Laura”, una mujer con alto nivel académico, muy liberada e independiente.

“Se trata de la clásica ejecutiva, que vive su mundo, la vida, sin depender económicamente de ningún hombre. Al encuentro con Leonor, ambas descubren que tienen las mismas falencias, sufren igual, poseen idénticos modos de ser en el aspecto interno y cada una tiene sus necesidades, descubriendo que pueden ser análogas a pesar de los temperamentos tan distintos”, aseguró. Valdez destacó la importancia del trabajo al dar a conocer el papel de la mujer en numerosos aspectos, mostrándole a los espectadores en qué consiste ese rol”. “Es a las personas dedicadas a las telenovelas, a los programas sin conllevar a nada, que suelen mostrar historias inverosímiles, a quienes les llevamos el conocimiento de las vidas de nosotras”, señaló. Las actrices alegaron sentirse muy conformes de trabajar juntas por el hecho de ser muy compatibles, maduras, disciplinadas, además de asegurar “saber exactamente lo que están haciendo”.

“Tenemos codificada una experiencia de vida, algo bastante importante para desarrollar un personaje. Por eso me siento encantada de compartir escenario con Diosa Valdez”, aseguró Alvarán. A escasos centímetros, en las postrimerías de la mesa compartida, su partenaire expresó la satisfacción de ser dirigida por el también actor, Alonso Marulanda Álvarez, al que catalogó como “gran amigo, excelente profesional”, alguien con quien expresó tener “una enorme compatibilidad, como ocurre con su compañera de actuación y amiga. En cuanto al director teatral, para muchos un auténtico “fruto creativo producto de la cruza de ángeles con demonios”, ya se había marchado. Cuentan estudio arte dramático en Caracas, se codeo con la flora y nata del teatro, pero prefirió seguir siendo él apostándole más a los verdaderos matices interpretativos, que a renegar de lo vulgar, de los beneficios exorbitantes del mamarracho embrutecedor. Aquellos que tuvieron la oportunidad de oírlo hablar, aseguran se refiere a los hechos cotidianos con la solemnidad de los episodios trascendentales de “Enrique V”, de William Shakespeare. Pero al referirse a los cuestiones altruistas, comentan lo hace con el vocabulario de un niño abstraído, intercalando las frases con cortos intervalos de silencio.


Presencias

Entre las personalidades que se dieron cita, se encontraba el candidato a la gobernación de Risaralda por el movimiento político Cambio Radical, Germán Aguirre Muñoz. Del mismo modo se dejó ver su contendiente femenino por el movimiento cívico “Soy Risaraldense”, Luz Yasmid López Vélez, que trascendiendo los cánones de formalidad usual, se ofreció a colaborar con los organizadores del evento. Por último, hizo su ingreso el candidato a la Alcaldía municipal, Luis Enrique Arango, junto a un selecto grupo de colaboradores. Opiniones

“Bien. Normal. Bacana. Chistosa. La entendí totalmente. Algunas palabras no”. Juanita, 8 años.

“Espectacular, muy divertida, lo hicieron muy bien. Tocan varios tópicos que lo remiten a uno a cosas en las que uno puede encontrar un referente con la abuela u otro familiar”. Jesica García, 24 años.

“Es un mensaje que tenemos que llevar a las mujeres a nivel departamental, porque la mujer se olvidó de sí misma. Se encerró en una urna de cristal donde no ve más allá de su lugar como ama de casa, sabiendo que la mujer puede ser un gran aporte a la sociedad. Las mujeres no podemos olvidarnos de nosotros. Tenemos que tener formación académica, descubrir nuestros sueños. Esta obra posee un significado profundo donde la mujer, sin importar su estrato social, tiene que reivindicarse en todos sus derechos y espacios de participación”. Luz Yasmid López Vélez, 42 años, candidata a la gobernación de Risaralda.

“Me parece que hay una maravillosa reivindicación de cómo son las diferencias o se percibe la vida desde robles escenarios, experiencias vitales y en especial de las mujeres. Hay un guion muy interesante que puede mejorarse, pero creo que es una apuesta bella, contemporánea y que pone a meditar sobre un montón de cosas”. Jorge Iván Gomez Sánchez, 48 años.

“Excelente. Una dura crítica social a las mujeres del mundo y obviamente, nos parece que es la forma para ellas hacer una autoevaluación de sus vidas y ser más intervinientes en la sociedad”. Carlos Mario Orozco Arango, 50 años. “No sólo tiene un buen tema, sino un gran director y me parece que ha tocado temas esenciales en el tema de nuestra sociedad colombiana”. Alfonso Toro, 60 años.

“Me pareció una gran obra. Sin lugar a dudas estamos ante algo muy distinto, que llega al corazón”. Luís Enrique Arango, 68 años, ex rector de la Universidad Técnológica, candidato a la Alcaldía de Pereira.

“La obra me pareció excelente. El trabajo de los actores, impecable. Es muy merecido el éxito de Alonso Marulanda, el director, quien va en ascenso y muy pronto, seguramente, además del público pereirano, veremos cómo lo aplauden otros tantos”. María Ligia Acevedo, 69 años.



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