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Juan Carlos Valencia, un nombre que siempre "suena" a la Alcaldía de Pereira



Quizás en un momento de gran cuestionamiento crítico a las pasadas administraciones, sobre todo a las de Juan Pablo Gallo y Carlos Maya -el cual se encuentra cumpliendo pena de cárcel- y aún cuando la de Mauricio Salazar apenas comienza, asoman los interrogantes acerca de quién podría sustraer a la capital risaraldense de una larga crisis que lleva varios años.


Lamentablemente la ingratitud e incapacidad de la política para solucionar muchas veces la problemática ciudadana, lleva a seleccionar ya no los mejores candidatos a fin de hacer esto realidad, sino a los más opcionados económicamente o bien, capaces de contar con el apoyo de conglomerados político – económicos, con los resultados conocidos. Y por el contrario a lo esperado, delante de los dineros de procedencia no del todo especificada, asoman los candidatos polémicos, cuestionados, que a la postre serán los malos gerenciadores sin visión empresarial llevando a la ciudad a otro fracaso catastrófico.


Aunque faltan tres años bastante largos para la elección de alcalde, además de no poderse evaluar aún los resultados de esta administración, vuelve a entrar en escena un político de raza que según muchos posee tanto la honestidad como la preparación idónea para devolver a Pereira al lugar donde merece estar. Uno, que tal vez no tenga la billetera atiborrada de dinero, pero sabe compensarlo con el primer requisito de cualquier empleado de la administración pública: Poseer una hoja de vida intachable.


Juan Carlos Valencia Montoya es de indiscutible origen popular. Oriundo del sector de La Esneda, donde nació y se crio, su inteligencia e integridad personal le hizo ser postulado a distintos cargos, empezando por el de Comunero de Río Otún, llegando a ser presidente de la junta de acción comunal local. Mientras realizaba estudios terciarios, fue representante de los estudiantes en la Universidad Católica.


El mismo liderazgo, el ascendente sobre la ciudadanía y el interés sobre las problemáticas de ciudad, lo llevaron a ser electo concejal durante tres períodos. Más adelante a propósito de su papel de conductor nato, le fue ofrecida la posibilidad de llevar a la Asamblea de Risaralda también en varias ocasiones, alternando dicho puesto de consideración ciudadana con los de jefe de Recursos de la Terminal de Transporte, director del Plan Nacional de Rehabilitación (PNR), Gerente de la Empresa de Energía, director Área Metropolitana Centro Occidente y en el plano internacional, el de Asesor de la Organización Democrática Mundial ODM para Risaralda.


Tras ser electo como Representante a la Cámara, donde como no podía ser de otra forma dejó su impronta a través de la Ley de Comparendo Ambiental, fue designado en Pereira como secretario de Gobierno, llegando a reemplazar durante seis meses al por entonces alcalde, Enrique Vásquez. El resultado, el de costumbre: Numerosas iniciativas; proyectos, algunos de los cuales no llegaron a cristalizarse por cuestión de tiempo, la humildad, la honradez, el amor a la familia y sobre todo a Dios como horizonte, saliendo con el mismo poder adquisitivo que entró pero sin dejar una sola deuda monetaria ni mucho menos personal, porque además de poseer sólidos valores, principios, nunca sería capaz de traicionar la confianza depositada.


Debido a estas y muchas otras razones, seguramente la política debería asumir la obligación de hacerle aún más justicia a hombres como Juan Carlos Valencia Montoya, alguien con el don de conjugar la narrativa -su otra pasión- el sentido de tener los pies sobre la Tierra; necesario en todo aspirante a gestor, el conocimiento teórico – práctico adecuado, además de una imaginación ilimitada sin la cual nada puede ser posible.


Tampoco se trata de forzar la nominación de una candidatura determinada, ni de arrojar méritos al azar a cambio de prebenda alguna. En cualquier caso, son los pereiranos quienes se merecen darse la oportunidad de tener un alcalde de la talla de Juan Carlos Valencia y no otro más puesto por las “roscas”.


Fuente: DIARIO EL POLITICÓN DE RISARALDA

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