Escribe: FERNAN MEDRANO*
A Marbelle hay que olvidarla como a las cosas más pequeñas de este mundo, como dice la canción vallenata.
Ella se alimenta de todo lo abominable que sale de su boca. Viene a mi mente la imagen bíblica del perro que se alimenta de su propio vómito.
Que nadie piense en la bacteria que come del trozo de boñiga.
Muchas veces no se entiende por qué le prestan tanta atención a las ocurrencias, estolideces e insultos de esta mujer. No sé dónde radica la importancia de ella.
Es tanta la importancia que se le ha dado a alguien que sólo merece que se le vuelva la espalda que me he visto en la obligada necesidad de referirme a ella para recordarle a la amable audiencia que no le preste atención a Marbelle.
A ella no hay que tomarla en serio, porque esta persona no dice cosas serias. Sólo necesita llamar la atención. Ser el centro de todas las miradas. Algo de su interior la impulsa a querer estar de boca en boca.
Marbelle es de esa gente de la farándula que fue muy reconocida por cosas que nadie entiende por qué la llevaron a un nivel tan destacado, pero que a personas con genio y talento no han recibido un tratamiento justo.
Marbelle no busca los aplausos de las personas que trabajan por una Colombia mejor. Lo que ella busca son los aplausos y abrazos de la gente "emprendedora" que en las últimas décadas creó un poder paralelo en Colombia.
Todo intento de reconvertir ideológicamente a Marbelle, y de sensibilidad social, es un fracaso. Ella misma lo ha ratificado una y mil veces. Es tonto esperar empatía de alguien que lo único que tiene es antipatía.
*Periodista gráfico y creador digital, de amplia trayectoria tanto en medios independientes como en redes sociales.
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