Escribe: ZAHUR KLEMATH ZAPATA*
zkz@zahurk.com
Este es un país de vivos que sobreviven como momias embalsamadas. Y no se dan por enterados en la forma en que los arrean los que ellos mismos han elegido democráticamente para darles el poder para que los jodan.
Estamos en el siglo XXI y de la historia universal no han aprendido nada, y mucho menos de la propia. Los que hayan leído sobre el desarrollo social de Colombia, quizás estén conscientes de lo que ha pasado, pero no quiere decir que han asumido su responsabilidad de hacer las cosas bien. El país ha sobrevivido porque tiene un capital humano y territorial que ha ayudado a palear las adversidades de quienes han estado en los gobiernos.
La capacidad de resistencia es inmensa a pesar de que cientos de miles han huido del país y los nuevos retoños han continuado sobreviviendo sin una orientación que les permite ver el futuro con claridad. Se mueven porque la inercia ejercida los obliga a mantener la bandera para continuar sin retroceder, con la esperanza de que quizás van a lograr el sueño de poder alcanzar ese bienestar que todo individuo quisiera tener.
Nuestras raíces carecen de directrices nacidas de nuestros propios fundamentos, están mezcladas de todo tipo de toques externos que nos han hecho creer que son buenas y saludables. Pero han sido más dañinas de lo que la gente se imagina. Ellas no dan margen a que lo propio crezca en esa amalgama de riqueza natural que nuestra sociedad tiene por ese fundirse entre sí como un buen vino o coñac.
La corrupción que hoy corroe la nación hace parte de ese destilar de la manipulación de señores que siempre han creído que no permitiendo que otros prosperen se mantendrá el orden y la prosperidad para ese grupo de individuos que se creen dueños de todo. Pero nunca pensaron que dentro de esas raíces hay una sociedad que no tiene miramientos hacia ellos y que se proyectan como sea para alcanzar esas metas que se proponen.
Esto ha hecho que el país se mantenga de pie, aunque se lo están robando los enemigos de la prosperidad.
Nada va a cambiar de inmediato, pero se está cocinando a paso lento una generación que está reclamando sus derechos aquí y allá como un rio subterráneo que al final saldrá a la superficie a fertilizar las tierras que han sido maltratadas.
Estas elecciones son el enfrentamiento de fuerzas que creen en un cambio radical y las de alcanzar la estabilidad en medio de la tormenta. Pero hay una tercera fuerza que no cree en ninguna de las dos y que está madurando para poder desalojar todo es sistema parasitario que tiene la nación.
*Poeta y filósofo estadounidense de origen colombiano. SEO de Diario EL IMPARCIAL y del portal NOTICIAS 5
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