Escribe: LUIS ENRIQUE ARANGO JIMÉNEZ*
En primer lugar debemos aceptar que a pesar de que nuestra constitución incorpora la democracia participativa como la oportunidad para que la ciudadanía se involucre y haga parte del desenvolvimiento del país en sus distintas y variadas facetas, ello no será capaz de reemplazar el papel de los elegidos en los procesos electorales.
Sergio Fajardo suele decir que así no nos metamos con la política, ella se mete con nosotros y nos condiciona la vida. Dicho de manera más concreta en este caso, las elecciones son la oportunidad real de incidir y tomar parte en la suerte del país; renunciar a participar en ellas es entregarle a otros un derecho básico del llamado contrato social, aquel que damos por sentado como sociedad para la convivencia pacífica.
En segundo lugar, nuestra democracia ha perdido legitimidad, los procesos electorales se han corrompido al punto de volverse una oportunidad de negocio y de ventajas indebidas, que deja el bien común sin doliente. Un círculo vicioso auto atrapa a las personas que se involucran en las lógicas de volver el Estado un bien particular para mantener el poder con todo tipo prácticas ilegales y fraudulentas.
No hay accion sin reacción. Esto ha traído graves consecuencias para la situación y expectativas de millones de Colombianos que no ven con esperanza el futuro y reclaman que cese la horrible noche como hemos tenido oportunidad de apreciar cada vez con más evidencia.
No hay excusa, se vuelve un imperativo apoyar aquellas causas para elegir personas que toman distancia real de lo existente y que buscan hacer de la política algo digno, decente y no solo centrado en el escueto interés personal que ignora la gravedad de la situación y asume que nada pasará . Las elecciones no pueden trivializarse al punto de votar por pagar un favor, mucho menos por ayudarle a un amigo a mantener un contrato precario laboral con el Estado o cosa parecida. No más chantaje. Si hay alternativas y como se suele decir coloquialmente el que no las hace, las ve hacer . Hay además una generación de jóvenes que están incursionando en la política a nivel nacional y regional que se han negado a ser parte del carrusel reinante, que necesitan y merecen nuestro apoyo.
Es una obligación moral abrirle espacio a un verdadero cambio.
Conozco de cerca a dos personas que cumplen requisitos y los apoyaré con alegría y decisión
Alejandro García Ríos, a la Cámara de Representantes y Lina Arango Dávila al Senado de la República. Hay otros candidatos buenos pero las normas electorales y las condiciones obligan a tomar partido en términos individuales, no grupales.
Son personas con excelente formación académica, talentosas, independientes, con criterio, que arriesgan y viven con pasión su inclinación por una política diferente y comprometida con la sociedad. Despierta admiración la forma como lo hacen, merecen todo nuestro apoyo. Aquí hay una oportunidad que no podemos eludir . Así es mis queridos lectores que debemos votar y persuadir a otros de que lo hagan. Con respeto por otras opciones en mi caso votaré así : Tarjetón Senado, azul oscuro, logo Coalición Verde Centro Esperanza , #30 Tarjetón Cámara Risaralda, color café, logo Coalicion Verde , Polo, Alternativos , #103 Finalmente pediré el tarjetón verde claro, de la consulta de la Coalición Centro Esperanza para votar por Sergio Fajardo Valderrama.
Creo en él y en su capacidad conciliadora para liderar las transformaciones que reclama Colombia con urgencia. No obstante, anuncio desde ahora que acompañaré a quien resulte elegido dentro de esta Coalicion en la primera vuelta de la elección Presidencial del mes de mayo . No podemos desaprovechar esta oportunidad de hacer valer nuestro voto.
*Líder cívico y dirigente político. Ex rector de la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP).
Comments