La ganadería extensiva y la deforestación están acabando con la biodiversidad del departamento del Guaviare incluyendo las especies, tanto animales como vegetales, con las que sobreviven los indígenas Nukak. Recorrimos estas tierras, en busca de esas especies y del rastro paramilitar que llevó al ganado a ser la principal economía de ese departamento, pero también, el principal deforestador del país.
Las especies que se extinguen en el Guaviare
El territorio de los indígenas Nukak se ha alterado considerablemente por cuenta de la deforestación que ha consumido las selvas del departamento del Guaviare. Sus alimentos ancestrales, como el asaí, la guama, el cumare, se han extinguido con el paso de las llamas y el accionar de las motosierras que devastan todo lo que encuentren a su paso. La justificación de los colonos: tener más suelos despejados para criar ganado en estas tierras, producir carne para el consumo interno y para exportar a países de Oriente Medio, principalmente. La deforestación es impulsada por grandes latifundistas provenientes de otras regiones del país, atraídos por las tierras baratas y olvidadas del Guaviare, quienes con grandes sumas de dinero acaparan tierra, contratan a gente de la zona para quemar el bosque y luego instalan los grandes pastizales para la cría del ganado. Allá, las alianzas entre ganadería y paramilitarismo han sido históricas.
Recorrimos esta región, conocida como la puerta norte de la Amazonía colombiana, donde la pérdida de la biodiversidad se puede notar porque distinta fauna ha perdido su hábitat natural y, por lo tanto, la conectividad para desplazarse. Además la capacidad agrícola de los suelos se ha deteriorado. Entre San José, capital del Guaviare, y el resguardo indígena de los Nukak hay cerca de 150 kilómetros de distancia. El resguardo se encuentra en el noroccidente del departamento y limita con la Reserva Nacional Natural Nukak, donde animales como el jaguar están en riesgo de extinción por culpa de la pérdida de hábitat.
El jaguar, es una especie sombrilla que necesita un espacio grande para su libre movilización y consumo de diferentes especies. Es un mamífero importante en la Amazonía, pues ayuda a controlar la población de otros animales y a mantener y proteger los ecosistemas. El jaguar es un animal sagrado dentro de la cosmovisión indígena, pues se lo relaciona como un símbolo de poder, vida y fertilidad. Como los alimentos de los Nukak, este animal también está en riesgo de desaparecer. Según el relato de los Nukak y campesinos del Guaviare, el felino se ha convertido en un enemigo para muchos, ya que al quedarse sin su espacio natural es muy común que llegue a los centros poblados o a las fincas de la región en busca de comida. Muchas veces se ha comido vacas, una razón importante por la que se conocen las historias sobre jaguares asesinados a balazos.
El mono aotus, también conocido como mico nocturno, es otro mamífero que está en vía de extinción en esta región. Requiere de amplios corredores de movilidad pero, debido a la tala indiscriminada de árboles para hatos ganaderos, también ha perdido su hábitat y ni siquiera los indígenas Nukak lo encuentran en sus faenas de caza de animales silvestres. Además, es una especie que se usa excesivamente para la experimentación biomédica. La amenaza a esta especie tiene repercusiones importantes, dado que Colombia es el país donde más presencia hay de este tipo de monos, cuya principal función en la selva es ser dispersores de semillas.
El águila arpía, una de las 1.900 especies de aves identificadas en la Amazonía colombiana, también está en peligro de desaparecer. Al igual que el jaguar y el mono, esta especie está quedando sin recursos para alimentarse. “Todas estas especies, a raíz de la deforestación y la pérdida de su ecosistema, entran en conflicto con nosotros, porque se comen los pollos y las vacas de los campesinos, y entramos en una situación en la que competimos con ellos por comida”, dice Angélica Rojas, coordinadora departamental de la Fundación Conservación y Desarrollo Sostenible (FCDS), asentada en San José.
La “Trocha Ganadera” es una carretera de más de 190 kilómetros de longitud que recorre el nororiente de San José del Guaviare conectando a la capital con 23 veredas y con cinco asentamientos de indígenas Nukak.
El camino es culebroso, estrecho y rocoso; el color del piso es arcilloso. El paisaje de la “Trocha Ganadera” es similar a simple vista: bosques quemados, troncos en hileras, árboles caídos, cientos de vacas y pocos cultivos de pancoger. Allí, como un punto diminuto en medio de inmensas extensiones de tierra, sobreviven los últimos Nukak Makú en los asentamientos Guanapalo, Caño Tigre, La Esperanza, Cumare y Caño Makú, los últimos tres visitados para esta investigación.
La Trocha Ganadera es una carretera de más de 190 kilómetros de longitud que recorre el nororiente de San José del Guaviare. Su paisaje es similar a simple vista: bosques quemados, troncos en hileras, árboles caídos, cientos de vacas y pocos cultivos de pancoger.
El pueblo Nukak, considerado el último pueblo nómada de Colombia, también ha basado su alimentación en los frutos que le ofrece la Amazonía. Sin embargo, su seguridad alimentaria está en peligro. Una de las frutas que más consume este pueblo indígena es la guama, cuya planta se adapta a las condiciones del clima tropical de la Amazonía y les ofrece una pulpa carnosa y de sabor dulce. Esta especie también es utilizada por los Nukak con fines medicinales y para su cultura, aprovechan su madera, sus hojas y sus semillas para preparar diferentes bebidas para su consumo y para encender fuego o construir sus malocas. El asaí corre la misma suerte. Esta fruta es muy apetecida por los Nukak, ya que es utilizada para la preparación de diferentes bebidas. Asimismo, el tronco de la palma lo utilizan para la construcción de sus casas y sus malocas.
“Los blancos vienen con su ganadería y amplían el territorio, entonces nosotros no queremos eso, porque el territorio se queda sin nada, nosotros estamos cuidando el bosque y ellos lo limitan, ponen alambre eléctrico, no dejan cazar, ni pescar, ni recolectar a los pueblos Nukak porque donde se podía cazar el cerdo del monte este ya no está, se perdió porque por ampliar el territorio se van lejos los animales”, cuenta Manuel Joonide, uno de los voceros del resguardo de los Nukak. Dice que la solución sería alejarse de los colonos y adentrarse en la selva para fortalecer su cultura y tradiciones.
Asentamiento Cumare de la comunidad Nukak, lleva el nombre de un árbol amazónico que los indígenas utilizan para confeccionar hamacas, bolsos, collares y vestidos.
Mujeres indígenas del asentamiento Cumare, mismo nombre de la vereda visitada para esta investigación. Este asentamiento se encuentra cercado por las fincas ganaderas del Guaviare.
La construcción de carreteras no planificadas, como la “Trocha Ganadera”, según el Ministerio de Ambiente, es la principal causa de la deforestación en el departamento. Estos accesos facilitan la transformación de los bosques por amplios pastizales, tanto para acaparar tierras como para la expansión de prácticas ganaderas no sostenibles, que es el principal renglón económico de la región. Según la Asamblea Departamental del Guaviare, en 2020 la ganadería extensiva de esta región fue declarada como un modelo insostenible, “debido a la baja eficiencia de los pastos para la alimentación de los animales, donde se manejan, en promedio, cerca de dos hectáreas por animal”.
La ganadería es un fenómeno que ha ido creciendo luego de 2016, tras la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y la guerrilla de las Farc. La salida de los insurgentes de la selva Amazónica, paradójicamente, marcó un hito histórico en el avance de la ganadería.
Esto, a raíz de que durante el conflicto armado eran los guerrilleros los que controlaban la tala indiscriminada de bosque, pues imponían severas multas que de no cumplirse eran castigadas por parte de los insurgentes hasta con el destierro. Las cifras nos dan la razón: mientras en 2016 en el Guaviare, según el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), existían 264.564 cabezas de ganado en 2.981 fincas, en 2023 esa cifra ascendió a 549.246 vacas en 5.431 fincas. Es decir, 2.450 nuevas fincas ganaderas y 284.682 nuevas cabezas de ganado.
Según el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) actualmente en Guaviare hay 549.246 vacas distribuidas en 5.431 fincas, “Hay que señalar que las Farc hacían un control a la deforestación y les decían a los campesinos y colonos cuántas hectáreas de tierra podían tumbar. Entonces, en 2016, cuando se firmó el Acuerdo de Paz, entraron muchos actores a tumbar árboles, sin problema, a ampliar sus áreas de producción”, dice Nelder Parra, secretario de Agricultura del Guaviare. Mismo planteamiento que refuerza Angélica Rojas, coordinadora regional de la Fundación FCDS: “tras la salida de la guerrilla se redujeron las extorsiones y muchos foráneos aprovecharon el momento para meter más ganado y acaparar grandes extensiones de tierras, incluso, dentro de los resguardos indígenas”.
El punto de quiebre de la deforestación en el Guaviare sin duda es el 2017, pues se pasó de 11.456 hectáreas deforestadas en 2016 a 38.221 precisamente un año después de que la guerrilla abandonara la selva. De ahí en adelante las cifras siguieron en ascenso. Según datos del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) en 2018 fueron 34.527 hectáreas, en 2019 alrededor de 24.220, en 2020 un total de 25.021 y en 2021 unas 25.021 hectáreas deforestadas. No obstante, la curva ha ido cayendo en el último año con más intensidad. Mientras en 2022 se deforestaron 15.171 hectáreas, entre enero y septiembre de 2023 la cifra descendió a 6.193 hectáreas teniendo una reducción de casi el 60%. A pesar de ello, afirmó el Ministerio de Ambiente, el principal núcleo de deforestación en Colombia sigue siendo el Guaviare, el cual representa el 12,3% de la deforestación del país.
Guaviare es el principal núcleo de deforestación en Colombia, el cual representa el 12,3% de la deforestación del país.
Cambio climático: en medio de indígenas Nukak y hatos ganaderos
De acuerdo con el “Inventario Departamental de Gases Efecto Invernadero y Carbono Negro 2018”, Guaviare fue el cuarto departamento del país con mayor número de Gases Efecto Invernadero (GEI) con un total de 19.703 emisiones, lo que se
tradujo en un 7% del total nacional.
Esas son las cifras más actualizadas sobre esta problemática en el departamento, según la estatal Corporación para el Desarrollo Sostenible del Norte y el Oriente Amazónico (CDA), la encargada de hacerle seguimiento a las problemáticas ambientales de la Amazonia. Según esa entidad, el 95% de esas emisiones han sido ocasionadas por la tala y la quema del bosque natural.
“Aunque en Guaviare hay un parque automotor que ha crecido en los últimos 10 años, no tenemos una industria que haga mucha emisión de gases. Por eso, el estudio que hicimos arrojó que la mayor fuente emisora de gases es la deforestación de los bosques, relacionados con la tala y quema del bosque para la ganadería extensiva. Estamos buscando los recursos para implementar estrategias que nos permitan hacer la medición exacta de Gases de Efecto Invernadero en la región, pero no los tenemos aún y no hemos comenzado con eso”, dice Jhon Jairo Moreno, ingeniero forestal de la CDA. Meta, que es el tercer departamento del país con mayor producción de ganado, en la frontera del Guaviare, se ubicó en el primer lugar con 32.694 emisiones, representando el 24% del total nacional para el año 2018.
El ambiente denso se siente en la puerta norte de la Amazonía, los campesinos colonos saben que quemar la selva provocaría una catástrofe, por eso, lo quemado así se queda, pero intentan no continuar con esa práctica. El problema es que los suelos de tierras deforestadas y taladas empiezan a perder vitalidad y por eso aumentan las quemas en busca de despejar una nueva tierra y sembrar pasto. Esta práctica se denomina sobrepastoreo, el cual es causado por malas prácticas agrícolas. Así lo ha explicado la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas: “La muerte de organismos al no disponer de agua, aire y nutrientes, así como la disminución de la biodiversidad, puede ocasionar el agotamiento de la materia orgánica, la contaminación y la compactación, poniendo en riesgo las cadenas alimenticias”.
Pablo José Hernández vive en el corregimiento de Charras (Guaviare), donde llegamos luego de transitar en una camioneta dos horas y media por la “Trocha Ganadera”. Es un campesino colono y un ganadero mediano que tiene 79 vacas en su finca La Florida. Como sus colegas, pequeños, medianos y grandes ganaderos, también ha tumbado la selva para ampliar el terreno para los bovinos. Aunque Hérnandez no sabe cuántas hectáreas ha tumbado, tampoco cuántas tiene, sí reconoce que la quema de bosque es una práctica muy común en la zona para tumbar la selva. Un método que se inicia cercando un pedazo de tierra determinado, luego viene la quema de los árboles, hierbas y arbustos, y luego se convierte en una finca ganadera: “Uno lo hace controlado porque no queremos que la selva se nos queme toda, pero lo hacemos por obligación,porque es para nuestro sustento. Nosotros vivimos en la selva y no podemos hacer lo que hace la otra gente: irse a San José o Villavicencio a comprar un plátano o una yuca. Nosotros aprovechamos la tierra para cultivar o tener una gallina, un marrano o unas vacas porque el hambre es todos los días”, comenta.
Esto, medianamente parece controlable apelando a la conciencia de los campesinos. Sin embargo, lo que se sale de control es la quema de los grandes poseedores de tierra, precisamente para llevar más bovinos. Estas tierras amazónicas, ubicadas en pleno corazón del territorio Nukak, son muy llamativas para los latifundistas porque se pueden comprar a un precio relativamente barato en comparación con otras regiones del país. Una de sus formas de ocupar el territorio es contratando personas de la región para hacer el proceso de quema del bosque y luego instalar pastos para el ganado. Encontrar a los responsables de la tala y la quema de la selva es una tarea casi imposible, dice la autoridad ambiental CDA. Ni siquiera con las coordenadas de los predios quemados es posible establecer el propietario de esa tierra, pues esos terrenos son baldíos que pertenecen al Estado o es un territorio protegido por su importancia ambiental.
Comunidad nukak
La Revista RAYA encontró en documentos de la Fiscalía General de la Nación detalles inéditos que revelan esta práctica de cuidar ganado a terceros, por la que existen capturados. Por ejemplo, el 3 de febrero de 2021 fueron detenidos en varios terrenos los señores Carlos René Reyes Guzmán, Cristian Arley Forero Porras, Jose Eider Muñoz Castaño, Nelson Fernando Perez, Miguel Dario Aguilera Sanabria y Jose Adonai Lesmes Paez, quienes estaban invadiendo y haciendo uso indebido de la Reserva Natural de los Nukak: “permaneciendo de manera transitoria en dicha área, obteniendo un beneficio económico de dicha actividad que se traduce en el pago recibido por la labor de cuidar ganado al interior del resguardo”, dice el documento oficial.
La mayoría de las fuentes de agua dulce que tienen los Nukak cerca a sus asentamientos ya están cercadas para darles de beber a las vacas. Ellos tienen que desplazarse varias horas de camino para encontrar algún pozo luego de sus faenas de caza. Atacar la deforestación sigue estando fuera del alcance de las autoridades regionales. Según el ingeniero forestal de la estatal CDA, “hasta el momento han intervenido 500 hectáreas, pero, por ejemplo, en la “Trocha Ganadera” se han deforestado más de 20.000. Entonces, es muy poco el recurso que llega en comparación con la realidad, con la magnitud del problema”.
La deforestación y la ganadería están acabando los recursos naturales del Guaviare. Por ejemplo, la mayoría de las fuentes de agua dulce cerca de los Nukak están cercadas por los ganaderos para darles de beber a las vacas.
Indígenas Nukak en su maloca. Son considerados el último pueblo nómada de Colombia. Han basado su alimentación en los frutos que ofrece la Amazonía, pero que hoy escasean.
Una apuesta para contrarrestar esta problemática la menciona el secretario de Agricultura del Guaviare, Nélder Parra: “Necesitamos hacer constante el pago por servicios ambientales, para que la comunidad cambie el chip y no tenga que deforestar para conseguir sustento. También podemos hacer realidad la venta de bonos de carbono. Ese es un tema que se maneja como en la bolsa, pero que poca gente conoce. Sabemos que ahí hay un mercado, pero todavía no sabemos cómo las comunidades pueden acceder a él”, dijo. Es la misma posibilidad que ha planteado el gobierno progresista de Gustavo Petro, incluso, para pagarse con recursos que consiga el Estado en medio de la negociación internacional de cambio de deuda externa por acción climática.
El Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi), por su parte, ha planteado que se debe cambiar la producción agrícola de esos suelos a través de la transmisión de conocimiento a los campesinos colonos que actualmente tienen ganadería.
Pero el problema de la deforestación no es sólo un tema que importe en Colombia. En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la reciente COP28 que se realizó en Dubai (Emiratos Árabes), se anunció que el país recibirá 34 millones de dólares por parte de Reino Unido, Noruega y Alemania con el fin de buscar que la Amazonía sea la primera región con cero deforestación en el año 2030.
“Hay que mantener un trabajo constante y demostrar que la Amazonía colombiana, va a ser la primera región con deforestación cero a 2030, trabajamos de la mano con las comunidades para contener la deforestación y desarrollar una economía de restauración ecológica y de la biodiversidad que trabaje a largo plazo con el bosque y no contra el bosque”, dijo la ministra Susana Muhamad desde el país de Medio Oriente.
La intención del Gobierno Nacional es que estos recursos económicos se dirijan a fortalecer el programa Plan de Contención de la Deforestación en la Amazonía, el cual se enfoca en la reconversión productiva, la conservación y la restauración de la región. El ministro de Seguridad Energética y Carbono Neutralidad de Reino Unido, Graham Stuart, se refirió a la deforestación que se presenta en el país. “Nos centramos en ayudar a Colombia a hacer frente a las principales causas mediante el desarrollo de las capacidades de las instituciones clave y de los pueblos indígenas en las comunidades locales de la Amazonía colombiana” manifestó Graham Stuart, ministro de Seguridad Energética y Carbono Neutralidad de Reino Unido.
Por su parte, el gobierno de Noruega resaltó la paz de Colombia con los grupos ilegales para frenar la deforestación en regiones estratégicas como la Amazonía: “Los vínculos entre la deforestación y el proceso de paz son cruciales. Lograr la paz es fundamental para proteger los bosques y viceversa, proporcionar medios de vida y reformas respetuosas con los bosques es importante para lograr una paz duradera en Colombia”, dijo Andreas Bjelland, ministro del Clima y Medio Ambiente de Noruega.
La ganadería, un negocio nocivo promovido por paras y políticos
La ganadería ha sido un negocio que ha estado atravesado no sólo por la sangre de los bovinos, sino también, de campesinos inocentes que murieron defendiendo estas tierras selváticas que luego fueron deforestadas y ocupadas con ganado.
Un ejemplo claro fue lo que sucedió en el municipio de Mapiripán, ubicado entre Guaviare y Meta, el 12 de julio de 1997 cuando cerca de 120 paramilitares de las Autodefensas Unidas de Córdoba y Urabá (ACCU) llegaron a San José del Guaviare en dos aviones militares. Durante una semana sacaron de sus casas a campesinos e indígenas, los llevaron al matadero del pueblo donde los torturaron y asesinaron con disparos o degollándolos. Los hombres armados dejaron el municipio el domingo 20 de julio, mientras que la Fuerza Pública llegó tres días después. El 15 de septiembre de 2005 la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado Colombiano por la violación de los derechos a la vida, integridad y libertad de las víctimas, y señaló que el hecho dejó 45 víctimas fatales.
De ahí en adelante, la consolidación y expansión del paramilitarismo en el Guaviare se extendió hasta 2005. Por orden de los hermanos Castaño, jefes de la Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), allí se estableció el Bloque Centauros al mando de Miguel Arroyave, alias “Arcángel”. Desde su creación este bloque se convirtió en uno de los más poderosos del país, pues contaba con un ejército de 4.000 hombres que se extendieron por siete departamentos aledaños. El comandante financiero y administrativo de esa estructura paramilitar fue Daniel Rendón Herrera, alias “Don Mario”, quien ante la Ley de Justicia y Paz aseguró que ese bloque organizó el despojo y la compra masiva de 12 mil hectáreas de tierra para consolidar su fortín político y económico en la Amazonía.
Ante la justicia colombiana alias “Don Mario” también mencionó que las AUC recibieron apoyo de políticos de la región. Concretamente dijo que el exgobernador de Guaviare, durante los periodos 2001 - 2003 y 2016 - 2019, Nebio Echeverry Cadavid, apoyó a las autodefensas. Afirmó que aportó $400 millones a las arcas del grupo ilegal. A Nebio Echeverry la Fiscalía lo acusó de tener nexos con representantes legales de las compañías de construcción de varias vías del departamento, que primero fueron trocha, acusadas, además, de la compra y despojo masivo de tierras. Investigaciones periodísticas de Zona Franca y El Espectador han señalado que Echeverry participó en la pavimentación de la vía que une a los municipios de Guaviare, Calamar y Miraflores. “Esto se podría convertir en la punta de lanza para fomentar la deforestación masiva del bosque primario”, se lee en un informe de la Fiscalía General, que conoció esta revista, en donde analizaron las relaciones de Nebio Echeverry y la empresas de construcción vial.
Además de esto, una de las claves para la consolidación paramilitar en el territorio fue el financiamiento que recibieron por parte de los ganaderos de la región para ejecutar masacres y despojar a los campesinos e indígenas de sus tierras. El Centro de Memoria Histórica documentó que el Bloque Centauros fue una de las estructuras que produjo los más altos índices de desplazamiento forzado y despojo de tierras, favoreciendo a algunos sectores, actores y élites económicas de la región, en este caso Guaviare y Meta. No era algo novedoso en el país, pues en 2018 el expresidente de la federación más importante que tienen los ganaderos en Colombia, Fedegan, Jorge Visbal Martelo, fue condenado por concierto para delinquir agravado por hacer acuerdos con los hermanos Castaño, fundadores del paramilitarismo. Según la sentencia, fue un visitante regular del campamento de las AUC donde asesoró ideológica y militarmente a los paramilitares.
“Visbal Martelo conocía y compartía ampliamente la ideología del grupo paramilitar, con la cual era afín, ya que señaló haber recibido múltiples peticiones del acusado a nombre de los ganaderos, buscando que las Autodefensas hicieran presencia en algunas zonas controladas por la guerrilla. Resaltó, que ello lo solicitaba por la ausencia de presencia del Estado en diferentes zonas del país”, dice la sentencia de 2009 de la Corte Suprema de Justicia. Previo al juicio, Visbal Martelo fue embajador en Canadá en el primer gobierno de Álvaro Uribe, senador por el Partido de la U y embajador de Perú durante el primer gobierno de Juan Manuel Santos.
Jorge Visbal Martelo, expresidente de Fedegan, fue condenado por concierto para delinquir agravado por hacer acuerdos con los hermanos Castaño, fundadores del paramilitarismo.
En junio de 2022 la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que surgió del Acuerdo de Paz con las Farc, rechazó el sometimiento de Visbal Martelo a esa justicia transicional. La Sala de Definición de Situaciones Jurídicas consideró que su nivel de participación e incidencia en asuntos relacionados con el conflicto armado en zonas ganaderas del país, por sus roles desempeñados, no se compadecen con su escaso aporte a la verdad”.
De hecho, fue después de la incursión paramilitar de 1997 cuando más cabezas de ganado ingresaron al Guaviare, por medio de los dineros ilícitos del narcotráfico que ha sido su principal fuente de financiación. “El ingreso paramilitar fue un momento muy violento, donde se desplazó mucha gente que terminaba vendiendo o cediendo sus tierras. Entonces, los nuevos apropiadores llegaron con ganado de clase, pues tenían los recursos de los paramilitares”, comenta Angélica Rojas, coordinadora de la Fundación FCDS.
Además de los señalamientos contra los ganaderos de acaparar tierras de manera ilegal y violenta para luego ocuparlas con ganado, con el apoyo de grupos paramilitares, el gremio también ha sido señalado por los sectores ambientalistas como uno de los máximos responsables por la deforestación indiscriminada de las selvas de Colombia para el ingreso del ganado. Actualmente los ganaderos, a través de Fedegan, están protegiendo sus tierras y su actividad económica a través de discursos beligerantes donde afirman que no hay pruebas que la ganadería extensiva sea la principal causa de la deforestación a nivel nacional. En ese sentido han afirmado que desde hace más de una década están comprometidos con la protección de la naturaleza. Así lo hizo saber José Félix Lafaurie, actual presidente de Fedegan: “Asumimos las responsabilidades que nos corresponden frente al cambio climático, pero no aceptaremos que se nos endilguen culpas como que la ganadería es la principal causa de la variabilidad climática, de la tala de bosques o la destrucción de la Amazonía”.
La cercanía del Guaviare con el departamento del Meta, de amplia historia ganadera, fue otra de las razones por las que esa tradición se abrió paso en estas tierras no aptas para criar ganado y en donde eso se convirtió en el principal renglón económico de la región. Una de las costumbres adquiridas de su departamento vecino, que todavía se mantienen, es que durante las celebraciones de bautizos, cumpleaños o de graduación, es común que le regalen una vaca o un novillo al homenajeado. Además, de allá es la costumbre que tener ganado se convierte en un “cheque al portador”, por lo que es utilizado para su venta. “Alrededor del 80% de la economía del departamento es generada por la ganadería, ya sea para la comercialización de su carne o sus derivados lácteos. La ganadería ha tomado mucha fuerza porque es más rentable que un cultivo de papa, de yuca o de auyama. Hoy, los campesinos pueden vender una cabeza de ganado a cinco millones de pesos”, afirma Nélder Parra, secretario de Agricultura del Guaviare.
Este negocio no solo tiene un impacto ambiental sino que además es un negocio que es cruel principalmente en el transporte y sacrificio de los animales. En el Congreso de Colombia existe una congresista animalista que ha denunciado estas prácticas, Andrea Padilla. “La ganadería extensiva es sumamente inhumana con el ganado”, asegura. Las razones que la han llevado a tener discusiones férreas con el presidente de Fedegan, Lafaurie, es justamente porque exige mejores condiciones para las vacas luego de que salen de los hatos para convertirse en moneda de cambio: “En el país tenemos una escasez de mataderos, lo que hace que los bovinos tengan que ser transportados por vías terciarias durante ocho o doce horas, expuestos al inclemente sol o las pesadas lluvias para su sacrificio”, complementa la parlamentaria.
La ganadería extensiva es sumamente inhumana con el ganado. Los bovinos son transportados al centro del país por vías terciarias durante ocho o doce horas.
Sobre las empresas encargadas de hacer el transporte y sacrificar a los animales indicó que ese era uno de los fenómenos más elocuentes de la precariedad del Estado colombiano: “ha sido incapaz de organizarse alrededor de tener una trazabilidad de la cadena cárnica. Lo que ocurre, entonces, entre la crianza del animal y su matanza, es un fenómeno de intermediación terrible, pues nunca se sabe quién es el dueño de la vaca cuando llega al matadero”.
Lo dicho anteriormente por la senadora fue respaldado en la investigación: “Carne Contaminada: Cómo las cadenas de suministro de ganado está destruyendo la Amazonía colombiana”, realizado por Environmental Investigation Agency, (EIA) en la cual se detalla que la trazabilidad de la carne es muy compleja ya que participan demasiados actores que impiden que se sepa si el ganado comercializado en el país proviene de zonas deforestadas. El proceso de producción de ganado tiene tres fases. La cría, que va desde la preñez de la hembra y termina cuando el ternero tiene 18 meses. El levante, que inicia con el destete y termina cuando el animal llega a una edad de 24 meses, y la fase del engorde, que se extiende desde los 24 meses de vida hasta que llega a una edad de 36 meses, momento, donde usualmente se lleva a una planta de sacrificio para su faenado.
Cada uno de estos procesos se pueden realizar en una misma finca, en cuyo caso se le llama finca de ciclo completo. Cuando las fincas realizan solo una o dos de esas fases, se les llama fincas de ciclo parcial. Los investigadores de EIA advirtieron en su informe: “la intermediación es poco regulada y genera ineficiencias y niveles altos de informalidad en la cadena de suministro. Estos factores dificultan la trazabilidad y el monitoreo, especialmente para proveedores que no realizan el ciclo completo en el proceso de producción”.
Sobre las afectaciones que sufre el ganado al habitar unas tierras que no están dispuestas para esa actividad la senadora Padilla afirma que las pezuñas de las vacas se pudren al pisar un suelo arcilloso como el del Guaviare, de donde salen un sinfín de bichos. Dice que los verdaderos dolores para el ganado se presentan cuando son transportados en los camiones o los barcos, pues sus patas no están acostumbradas a pisar ese tipo de pisos duros. “Esos animales se mandan por barco y van en su mayoría a países de Oriente Medio como Irak, Líbano, Jordania o Egipto, y se envían por medio del negocio que se llama free board, que consiste en que el propietario de la vaca, entre comillas, por todo lo que te digo del fenómeno de la intermediación, la pone en el puerto de Cartagena en unas embarcaciones no aptas y en viajes de 25 o 30 días por altamar hasta que llegan a sus países de destino donde no hay ninguna ley de protección animal y son sacrificados”.
El ganado del Guaviare sufre consecuencias en sus pezuñas, ya que se pudren al pisar un suelo arcilloso como el de este departamento.
En este momento no es posible saber si la carne que llega al centro del país y después se distribuye a las grandes capitales y países del mundo proviene de zonas deforestadas. Por eso, en el Congreso de la República tres congresistas, Andrea Padilla, Juan Carlos Lozada y Julia Miranda, tramitaron un proyecto de ley con el objetivo de implementar un Sistema Nacional de Identificación, Información y Trazabilidad Animal (SNIITA) y un Sistema Nacional de Identificación e Información de Ganado Bovino (SINIGAN), dos instrumentos que serían estratégicos para la lucha contra la deforestación en el país.
El proyecto denominado “Carne libre de deforestación” finalmente se hundió en un Congreso en donde el poder ganadero es una realidad: “Hay mucha oposición para regular toda esa cadena, porque finalmente son muchas las personas que se benefician de esa irregularidad y ausencia del Estado. Uno en Colombia presenta mejoras para los animales, pero no prosperan porque este es un Congreso ganadero y, además, el poder político y económico de este país lo tienen los ganaderos”, dice la senadora Padilla.
Andrea Padilla, senadora de Colombia. Fue vocera de la ONG AnimaNaturalis Internacional, organización iberoamericana para la defensa de los animales. En marzo de 2021 recibió el galardón “Mujer defensora de los animales” otorgado por la organización Peta Latino.
Por lo pronto, los Nukak no saben qué les deparará en su territorio al estar cada día más alejados de su cultura y su seguridad alimentaria. Los ganaderos continúan peleando para que la justicia no los siga relacionando con los paramilitares, como parte de ese entramado, a pesar de las evidentes relaciones históricas que se han descrito en este documento. Mientras tanto, el Congreso de la República, muy afín al poder de los ganaderos, le sigue haciendo el quiebre a la regulación de una cadena que deforesta, maltrata los animales y los sacrifica después de muchos días de sufrimiento.
La extinción del pueblo Nukak
La ganadería extensiva y la deforestación están acabando las especies con las que sobreviven los indígenas Nukak del Guaviare. Recorrimos estas tierras, en busca de esas especies y del rastro paramilitar que llevó al ganado a ser la principal economía de ese departamento, pero también, el principal deforestador del país.
Fuente: Enrique Gamboa Revista RAYA
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