Escribe: CARLOS ALBERTO RICCHETTI*
Hasta el momento no existen pruebas contundentes, pero si algo queda demasiado claro en política es que el interés común, puede provocar los pactos espurios entre los actores más inimaginables y evidentemente, algo o alguien tiene caros intereses pecuniarios en la continuidad del conflicto armado colombiano, con el consiguiente aborto de toda posibilidad de paz.
Por otra parte, lejos de la teoría de la falta de control de las organizaciones guerrilleras sobre los mandos medios o bajos de su fuerza armada, a excepción de períodos cortos de tiempo resulta posible vislumbrar una sujeción tanto del ELN como de las disidencias de las ex FARC a la agenda opositora del uribismo y sus aliados, desvirtuando la posibilidad de cualquier acuerdo.
La reiteración permanente de hechos de violencia deliberados, en abierta violación a las treguas pactadas, supone un durísimo golpe al Gobierno Nacional del Presidente Gustavo Petro ante una opinión pública que desgraciadamente, gracias también al accionar de los medios masivos de comunicación aliados a los poderes económicos, cada día dudan más de la viabilidad de pacificar el país. De allí, que frente a hechos tan repudiables como el secuestro de los padres de Lucho Díaz, el uribismo emerja otra vez con su discurso inconducente de sangre y fuego.
Negocios onerosos como el del tráfico de armas o el narcotráfico, manteniendo el país en estado de guerra permanente bajo el manto de una aparente seguridad, benefició tanto a los gobiernos de los últimos veinte años como a las distintas insurgencias, al Clan del Golfo y hasta al Cartel de Sinaloa mexicano, para obtener pingües ganancias a expensas del sufrimiento del pueblo, quien aporta las víctimas.
Guerra les conviene
La doctrina del uribismo, cuya columna vertebral en el decir o el proceder es la seguridad democrática, llega en 2002 a sustanciar incluso de manera filosófica a nombre de una paz que no le resulta beneficiosa y de una guerra perpetua redituable, a la cual no vacilaría en volver ni bien uno de sus representantes vuelva a la Casa de Nariño, para terminar de entrampar cualquier intento de dejar atrás ochenta años de violencia ininterrumpida.
En cuanto a la gente -incluidos quienes aún le prenden velitas a Álvaro Uribe Vélez, criticando con ferocidad al actual gobierno, aunque justificando antes lo inconcebible- queda en tercer plano detrás de las elites del sicariato narcoparamilitar corrupto e inútil y sus ganancias. "Arrinconar a la guerrilla", como se llenan la boca incluso los militantes gratuitos de la extrema derecha, sólo sirvió a la hora de justificar recortes a la salud, a la educación, al empleo, a la ciencia, a la tecnología, a la cultura, aumentando el presupuesto al engranaje policial - militar - mafioso - represivo.
Esa es la razón por la cual a la principal oposición a Gustavo Petro, a sus satélites políticos, le conviene la existencia de uno o varios enemigos internos a combatir. Ello les garantiza el vaciamiento del Estado, la corrupción, los negocios millonarios de políticos jugando a la "ruleta" de la bolsa de Nueva York con el dinero público de los aportantes a las pensiones, junto con los de la educación que significan la cristalización efectiva del futuro de los jóvenes colombianos.
Del mismo modo que en todos los ámbitos de la vida humana, "sin deudor no hay acreedor", "sin victimario no hay víctima" ni viceversa, bien podría decirse que "sin guerrilla, sin paramilitares, no hay gobierno uribista posible". El ELN, las disidencias de las extintas FARC -aún con sus falsos rasgos izquierdistas- los paramilitares en todas sus "simpáticas auto denominaciones", junto policías o militares que filtrados o no, protagonistas del terrorismo de Estado, fueron cómplices en los negocios ilícitos, el saqueo a la Nación, el dinero de los ciudadanos pagando mes a mes.
Sospecha acertada
Si el maltrecho sistema judicial no dificulta la elección del nuevo fiscal, lo asesina o no logra "comprarlo", más saldrán a la luz los hechos de corrupción más aberrantes, los nexos mafiosos de distintas figuras del acontecer político.
Dicha posibilidad alta generó en la clase dirigente -opositora y no tanto- hizo metástasis en empresarios, terratenientes, industriales, grupos anti restitución de tierras, "periodistas" ligados a clanes familiares tradicionales, maestros centenarios del despojo que, aunque lo condenen en favor de los ciudadanos del común, siempre vivieron del Estado, poniendo desde concejales a presidente.
¡A ninguno de ellos le importa el padre del delantero tricolor ni nadie, cuando no resulten afectados los intereses propios! ¡Están preocupados por recuperar la gallina de los huevos de oro! ¿Que la solidaridad de los jugadores del Liverpool, la eventual suspensión del encuentro Colombia - Brasil por eliminatorias en vista de lo sucedido, la ruptura del cese al fuego bilateral de un grupo armado rehén del capital mafioso? Todo contribuye a su sueño de "tumbar" a Petro.
A buen entendedor, pocas palabras. Cómo "soltaron la mano" de Óscar Iván Zuluaga para salvarse de ser salpicados por el escándalo de corrupción de Odebretch, unen fuerzas para entorpecer la gestión del único presidente que bueno, malo o adicto apenas al café, les pegó en la mano con la vara de la legalidad cuando quisieron volver a sustraer el dinero de la caja.
La incapacidad de las organizaciones progresistas regionales, sumada a la imposibilidad de desarticular a esta oposición que se "llena la boca de Patria", exalta a las Fuerzas Armadas, justificando su rol en las más repudiables violaciones a los derechos humanos e indudablemente, financia a grupos armados al margen de la ley en vistas de volver a Gobernar, posibilitó su triunfo en los principales focos desde donde opera la política corrupta.
La esperanza ya no para un grupo político determinado, es que sólo se haya perdido una batalla y no, la guerra contra una clase dirigente continuista pretendiendo corroborar la hipótesis del "Estado Fallido", la transformación de Colombia en un antro capaz de saciarles los apetitos e instintos más asquerosos.
Ahora bien, si el Presidente Gustavo Petro fue el presunto "responsable" del secuestro del padre del futbolista; ¿no lo es también de haber logrado su liberación, cuando antes debían intervenir Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos y algunos particulares para conseguir lo que resultaba imposible con la maldita seguridad democrática de Álvaro Uribe Vélez?
Por favor. ¡No se puede ser tan hipócrita!
*Periodista, escritor, poeta y cantautor. Director general de Diario EL POLITICÓN DE RISARALDA y de su suplemento, ARCÓN CULTURAL. Integrante de ¡UYAYAY! COLECTIVO POÉTICO, así como del CÍRCULO DE POETAS IGNOTOS.
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