Escribe: ZAHUR KLEMATH ZAPATA*
A raíz de las notas que he escrito sobre viajar en avión hacia Colombia es una experiencia que cada vez es inesperada. Cuando es una persona que le cuenta su experiencia uno siente simpatía por ella, pero si no es una sola persona sino que ya pasa los límites, es casi el principio de una pandemia que se vuelve preocupante.
De Cartagena me llaman y me cuentan lo que está pasando en el aeropuerto. Aviones que no llegan a tiempo y pasajeros que no pueden viajar y tienen que pagar su hotel porque la aerolínea se niega a cumplir con esa obligación.
La nueva modalidad es que venden tiquetes a precios de promoción y no le garantizan que usted va a salir a la hora que ellos dicen. Siempre hay problemas y nadie responde del gobierno o revisa que a los pasajeros les den el tratamiento por el cual están pagando. El dinero no llega a los bolsillos de los viajeros como caen las hojas en otoño. Cuanto sacrificio se ha puesto para alcanzar ese viaje que se han propuesto realizar.
Llevo casi dos meces en Colombia, muy rara vez vengo por estos lados. Este es un país hermoso con todo lo que otros desearían tener. A sus gentes la ve uno como si algo les faltara, están luchando y construyendo su futuro como mejor lo pueden hacer. Pero el establecimiento posee unas tijeras y con habilidad de sastre van cortando pieza por pieza hasta ir moldeando al ciudadano como ellos quieren que actúen. El ciudadano no tiene ningún poder sobre el establecimiento, no puede reclamar sus derechos en nada porque no hay quien los escuche.
En época electoral todos ellos están tras los votos para que los elijan porque de esta forma pueden manipular con mayor certeza al rebaño que va en dirección hacia donde los perros de brega los lleva. El ciudadano no ve que él es el dueño del poder y no lo quiere ejercer, su ignorancia lo hace seguir al líder porque le ofrece todo tipo de dádivas para ganar su simpatía y crean que él es la salvación. Cosa que nunca será así.
¿Qué líder moderno ha salvado al mundo?
Todos ellos ahora son los dueños de los estados o naciones.
El ejemplo de las aerolínea es patético, ahora son empresas que solo ven en el pasajero dólares que pueden obtener sin que ellos puedan reclamar sus derechos porque no tienen el amparo del establecimiento. Las cosas se van a poner peores a medida que la gasolina suba sus precios y ellos se ven obligados a presionar al pasajero a que cumplan las reglas que ellos impongan y el pasajero no tendrá como defenderse de esas reglamentaciones impuestas.
Volamos o nos quedamos porque no tenemos el poder de elegir lo que realmente nos conviene.
*Poeta y filósofo estadounidense de origen colombiano. CEO de Diario EL IMPARCIAL y del portal Noticias 5 de Bogotá.
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