Prensa mercenaria, la verdad y la realidad bajo amenaza
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Prensa mercenaria, la verdad y la realidad bajo amenaza


CARLOS ALBERTO RICCHETTI*


El escándalo de las nóminas paralelas no concluye con meros puestos políticos, sino también se extiende al vulgarmente denominado "periodismo prepago", es decir, los medios de comunicación y los periodistas cooptados por quienes poseen intereses en difundir información tendenciosa o falsa.

Esto, a fin de afectar tanto los gobiernos como el buen nombre de personas a través de la masificación de pensamientos u opiniones contradictorias que buscan atacar de manera indiscriminada a instituciones, hechos, además de personas opuestas por lo general a ocultar situaciones contra el bien común de la ciudadanía y el país.

Estas acciones se encuentran estrechamente ligadas a los gobiernos de turno, políticos, funcionarios públicos, terratenientes, gamonales, empresarios, grupos armados ilegales, aún a la farándula, entre otros sectores de la vida nacional, a los que lejos de hacer uso de la libertad de expresión -de naturaleza veraz e imparcial- a nombre de un concepto tergiversado de "ejercicio de la prensa libre", buscan proteger a adrede a los poderosos.

Semejante desinformación a cambio de incalculables sumas, las cuales podrían destinarse hacia nobles iniciativas teniendo en cuenta los difíciles problemas políticos, sociales, económicos y humanitarios de Colombia, si bien fueron utilizados por distintos modelos en todo el mundo, tuvo su auge, se perfeccionó con los totalitarismos surgidos en la primera mitad del pasado S. XX.


Prensa, al servicio de la “fuerza”

Lamentablemente, las mal llamadas "democracias" -el país no es la excepción- conservan estos rasgos proclives al mantenimiento del subdesarrollo, tendiendo a incrementarse cuando los pueblos comienzan a tomar conciencia de los derechos cualitativos e inalienables que les corresponden. Tal despertar, acaba por despertar la sensación de amenaza, incomodidad, temor, indignación, en aquellos sectores estableciendo de forma tradicional la forma de administrar el sistema, los destinos de la República, las normas y hasta los convencionalismos sociales por más desiguales e injustos que parezcan.

Cuando no existe margen, interés ni intención alguna de llevar adelante una gestión para beneficiar a las mayorías, proporcionarle los mínimos recursos espirituales o materiales porque el Estado se mantiene gracias a una clase política parasitaria, sin estar a la altura de la situación; el ejercicio del poder se limita al sostenimiento de las burocracias partidarias carentes de plataforma viable, de ideología, los gobiernos necesitan reprimir por la fuerza.

La amplia extensión de las ideas, del concepto de derechos humanos, raciales, de género, a la autodeterminación, la libertad, la equidad, la igualdad, no alcanzan a evitar los excesos, pero condiciona a los gobiernos a "guardar las apariencias" fronteras dentro y fuera, aunque en la práctica esos fueros o prerrogativas no existan para los ciudadanos. Acostumbrados a vivir en la incertidumbre económica, a leyes nominales destinadas a las masas e incumplidas por una ínfima capa de la población, a votar cada cuatro años opciones políticas casi similares, desinformarlos se convierte en un elemento insustituible para mantener el establecimiento, antes de aplicar la bala, el garrote, la tortura, de desaparición forzada, la muerte.


Cuando la fe, las religiones convertidas en bolsones electorales, la policía, el ejército, la industria del entretenimiento, la proliferación de antivalores resulta insuficiente al momento de tratar de disimular, de ocultar lo evidente, el rigor tangible de la realidad despiadada, todavía queda la prensa. Con idéntica facultad para educar, formar, enseñar, mal empleada contribuye a alterar la paz, promover el odio social -en especial a los invisibles- a quienes pregonan la verdad, desenmascarando injusticias atroces.


“Millonadas” para mentir

Con los dineros de los colombianos, al margen de robar, lavar, corromper, dividir, coaccionar, evadir, de depositarlo en paraísos fiscales, de "jugarse a la ruleta" en la bolsa de valores lo que debería destinarse a áreas específicas como las pensiones, la educación, también se les pagan nóminas desproporcionadas a periodistas, como si fueran empleados directos de la Casa de Nariño.

Junto a los medios masivos de comunicación, algunos de estos personajes reciben sueldos millonarios, pautas estatales de empresas, contratos de publicidad millonarios por parte de banqueros, testaferros, actores armados, despojadores de tierras, asesinos de campesinos.

La inmensa mayoría de los contribuyentes los reconocen en radio, televisión, diarios y revistas. Los más reconocidos son, entre otros:


  • Vicky Dávila

  • Luis Carlos Vélez

  • Claudia Gurisatti

  • María Andrea Nieto

  • Carlos Antonio Vélez

  • Alberto Bernal

  • Néstor Morales

  • Felipe Zuleta

  • Darcy Quinn

  • Rafael Nieto Loaiza

  • Salud Hernández

  • Vanessa de La Torre

A estas caricaturas de informadores parcializados, cabe sumarle la de sus homólogos en las regiones, sobreviviendo mediante la limosna de senadores, representantes, diputados, concejales, los politiqueros o pequeños caudillos de municipios o veredas, devenidos en celosos guardianes del privilegio en detrimento de la necesidad de segmentos enormes de población indefensa.

La misión es muy simple: Saturar con mentiras los sistemas de información a su cargo para hacerlas ver como la realidad. No conformes, expresar puntos de vista parcializados. La prueba fehaciente fue el dolor, la tristeza, al quedar confirmada la demoledora victoria de Gustavo Petro, cuyos electores surgieron del subsuelo olvidado de la Patria, al tener la certeza que el ahora Presidente, al cual se habían dedicado a denostar, por orden del pueblo les arrebataría el soborno.

Por esa razón, desesperados al tratar de recuperar sus prebendas malhavidas, le exigen al Gobierno Nacional hacer en poco más de treinta días lo omitido durante doscientos años de ocultamiento absoluto de la verdad, agitando el malestar porque sus "patrones" deberán pagar de manera proporcional a sus ganancias en impuestos, el costo del progreso que les corresponde como en el resto de los países desarrollados y socialmente justos.

Es necesario que los gobiernos informen a la comunidad, den a conocer su trabajo a quienes les dan el voto o no. Pero ninguno está obligado a pagarle a nadie para decirle qué, cómo, cuándo, dónde pensar. Menos, a los operadores privados. La única verdad es la realidad objetiva, incontrastable, que a su vez es hija del tiempo y tal como pudo demostrarse durante el Paro Nacional de 2021, frente al escarnio, el atropello, el despojo, el crimen social, están los jóvenes, los hombres, las mujeres, los ancianos, con la autoridad soberana para hacer sonar el escarmiento.


Sin legitimidad


Las profundas reformar impulsadas desde el autodenominado "cambio", van a contravía con la forma en la cual se viene administrando el país desde hace décadas.

Tras las protestas por el impuesto a las bebidas azucaradas, los alimentos procesados como el salchichón o el necesario aumento del combustible para evitar el encarecimiento mayor de los productos de la canasta familiar, se encuentran quienes gobernaron el país en los últimos treinta años y, en definitiva, los inmediatos responsables de la crisis.

El ex presidente, Iván Duque, junto al escándalo de la nómina paralela por un valor de 4.6 billones dejó otros 10 billones en concepto de deuda hacia el sector de los combustibles e hidrocarburos, a la cual el nuevo Gobierno deberá hacerle frente, comenzando por impulsar el aumento de la recaudación y redistribución de ingresos.

Eso, sin contar los factores de degradación política llevando al electorado a votar contra la clase dirigente, los resonantes casos de corrupción, el vaciamiento o la ineptitud gubernamental, más pendiente de la defensa de los intereses de sus apoyos e integrantes que de llevar los asuntos del Estado de forma adecuada, sumada la pandemia y los constantes vaivenes de la economía internacional, de gran impacto en Colombia.

Pero lo paradójico resulta de observar la actual oposición, a la cual al menos en la práctica nunca parecieron importarla los estamentos más bajos de la sociedad, pretender movilizarlos por dejar de recaer sobre ellos las cargas impositivas que deberá pagar, junto a dejar de percibir los insumos del negocio del conflicto armado, el tráfico de drogas, armas, además de la entrega de tierras acaparadas como consecuencia de la paz a la cual lógicamente se oponen de forma sistemática.

Pareciera increíble vislumbrar en sectores de centro derecha y de la extrema derecha, la aplicación deliberada de la teoría marxista de "todas las formas de lucha", calificadas por estos mismos de manera vulgar como "mamertas", tratando de utilizar contra el primer gobierno popular de la historia colombiana, el mismo método que los llevó a ser desalojados del poder.

La única diferencia es que mientras lo hacen de manera infundada, propagando falsa información a través de la prensa, desafiando la autoridad constituida de la cual se consideraban encendidos defensores, sus verdaderos motivos residen en oponerse con violencia a cualquier proceso de inclusión social, arrebatándoles para siempre la preferencia de la gente de a pie, de la que vivieron toda su vida en calidad de auténticos enemigos sociales.








*Periodista, escritor, poeta y cantautor. Director general de Diario EL POLITICÓN DE RISARALDA y de su suplemento, ARCÓN CULTURAL. Integrante de ¡UYAYAY! COLECTIVO POÉTICO, así como del CÍRCULO DE POETAS IGNOTOS.

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